La retención de líquidos en las piernas y en los muslos es muy común y hace referencia a la acumulación de líquido. Las extremidades inferiores son una de las zonas donde aparece este problema con mayor probabilidad y frecuencia.
La retención de líquidos en las piernas se relaciona con una serie de síntomas:
- Piernas cansadas: se relacionan con sensaciones de hormigueo, pesadez e incluso picor a lo largo de esta zona.
- Aumento de peso: el cuerpo tiene dificultades para eliminar el exceso de líquido y esto hace que se aumente de peso.
- Inflamación en las piernas: la retención de líquidos genera en muchas ocasiones problemas de circulación que dan lugar a hinchazones.
- Probabilidad de tener celulitis: cuando la retención de líquidos en los muslos se prolonga, es posible que aparezca celulitis.
Causas de la retención de líquidos en las piernas
Las causas de esta retención de líquidos en las piernas puede aparecer por diferentes motivos y es importante encontrar el origen de este problema para poder llevar a cabo unas pautas concretas para solucionarlo.
Entre las causas más comunes se encuentran:
- Causas genéticas: hay una predisposición genética a desarrollar retención de líquidos.
- Causas hormonales: En las mujeres es común que aparezca a lo largo del síndrome premenstrual, por la píldora anticonceptiva y en mujeres embarazadas debido a los cambios hormonales que sufren.
- Alimentación: los alimentos ricos en grasas y sal pueden propiciar la aparición de retención de líquidos en muslos y piernas.
- Hábitos y estilo de vida inadecuados: permanecer mucho tiempo sentado o de pie, adoptar un estilo de vida sedentario o el uso de tacones son algunos de los factores que se han relacionado con esta patología.
- Presencia de enfermedades: algunas enfermedades vasculares, renales, cardíacas o hepáticas pueden relacionarse o dan lugar a la aparición de retención de líquidos.
Cómo combatir la retención de líquidos en las piernas
Cambiando el estilo de vida aplicando pequeños cambios en la rutina diaria para solucionarlo.
CAMBIOS EN LA ALIMENTACIÓN
Es imprescindible reducir la ingesta de sodio y aumentar los alimentos frescos como las frutas, verduras, carnes y pescados. Es muy importante dejar de lado toda la comida procesada y evitar todo lo que puedas algunos productos:
- Reduce los lácteos que contengan un nivel elevado de sal.
- Olvídate de las salsas y la comida precocinada.
- Dí no a los salados como patatas fritas.
- Deja de lado los alimentos en conserva, los embutidos, ahumados y patés.
- Elimina o reduce la ingesta de alcohol y tabaco.
ACTIVIDAD FÍSICA
El ejercicio ayuda a activar el cuerpo y la circulación y con 30 minutos de actividad física al día es suficiente. También puedes adoptar pequeños hábitos a lo largo del día que te ayudaran:
- Subir por las escaleras siempre que puedas.
- Aparcar un poco más lejos o bajarse una parada antes en el transporte público e ir andando.
- Levantarse de la silla para estirar las piernas y moverlas cada 30 minutos.
- Poner las piernas en alto.